Estudio del consumo e intervención desde la farmacia comunitaria para la deshabituación de psicótropos en pacientes mayores de 65 años

  1. Silvia Rodríguez Sánchez
Dirigida por:
  1. Pilar Almela Rojo Directora

Universidad de defensa: Universidad de Murcia

Fecha de defensa: 21 de mayo de 2021

Tribunal:
  1. Maria José Ruiz Leal Presidente/a
  2. Mónica Fernández Franzón Secretario/a
  3. Almudena Cascales Hernández Vocal
Departamento:
  1. Farmacología

Tipo: Tesis

Resumen

Introducción Las personas mayores de 65 años constituyen un grupo de población en aumento debido a factores como son la correcta nutrición, mejora de la vivienda, sanidad ambiental y avances médicos. Los cambios fisiológicos propios del envejecimiento deben tenerse en cuenta a la hora de ajustar las dosis de los fármacos, ya que esta población es más sensible a sus efectos. El paciente anciano suele presentar pluripatologías que precisan de tratamientos farmacológicos. El uso de distintos fármacos puede dar lugar a alteraciones en su metabolismo, ocasionando la acumulación y sobredosificación. Las benzodiazepinas (BZ) y sus análogos son un grupo farmacológico ampliamente utilizado por la población a pesar de no estar exento de efectos secundarios como son: sedación excesiva, pérdida de memoria, alteración en la coordinación, deterioro cognitivo y riesgo de fracturas ocasionadas por el aumento de las caídas. Además, su utilización difiere de las directrices que se indican en las guías de prescripción en cuanto a posología y duración de tratamiento. Objetivos Objetivo general Comprobar la influencia de la intervención farmacéutica en la mejora de la calidad de vida en una muestra representativa de población mayor de 65 años tras la deshabituación de BZ. Objetivos específicos Analizar el consumo de BZ en la población mayor de 65 años. Comprobar si se ajusta a las recomendaciones o si por el contrario es superior. Comprobar si, mediante la intervención farmacéutica, se consigue deshabituar a los pacientes dependientes de BZ (tras el análisis de datos de consumo, estado hepático y complicaciones derivadas de su uso). Analizar si la deshabituación de BZ mejora el estado cognitivo del paciente y por tanto su estado de salud. Metodología El estudio se llevó a cabo en una farmacia comunitaria rural de Alicante y se estructuró en tres fases: 1ª Fase: estudio analítico longitudinal observacional retrospectivo sobre el uso de BZ. Se identificó a los pacientes que utilizaban BZ y se les invitó a participar, recogiendo los datos personales, firma de consentimiento informado, realización del test de Pfeiffer y analítica. 2ª Fase: entrevista con el paciente para informar de los resultados obtenidos e invitación a participar en el programa de deshabituación. 3ª Fase: derivación al médico de atención primaria para establecer el protocolo de deshabituación. Seguimiento farmacoterapéutico del paciente. Resultados Participaron en el estudio 326 pacientes, de los cuales, 112 utilizaban BZ o análogos de forma habitual (34.4%). El 39.3% de la población las utilizaba como ansiolítico, el 35.7% como hipnótico y un 4.5% para ambos tratamientos. Las BZ de semivida intermedia fueron las más utilizadas en ambas patologías. En el 93.8% de los pacientes se excedía el tiempo recomendado de utilización y en el 32.7% excedían la dosis recomendada para adultos mayores. Se detectó deterioro cognitivo leve en el 26.8% y moderado en el 10.7% de la muestra. Solo 11 pacientes aceptaron participar en el programa de deshabituación (9,8%), consiguiéndolo 3 de ellos (33.3%). En todos los casos de los pacientes que se deshabituaron se obtuvieron menos errores al realizar el test de Pfeiffer (estado cognitivo). Conclusiones El tiempo de utilización de BZ por la población mayor de 65 años excede las recomendaciones en la mayoría de los casos, utilizándose dosis inapropiadas y unidos a otros fármacos que pueden provocar acumulación en el organismo. El efecto farmacológico puede ser mayor al esperado, dando lugar a un peor estado de salud del paciente. La deshabituación de estos fármacos mejora el estado cognitivo del paciente y elimina las reacciones adversas derivadas de su uso. La adecuada comunicación entre profesionales sanitarios puede conseguir mejorar la efectividad de los tratamientos farmacológicos, mejorando la calidad de vida del paciente.