El concepto de autonomía del arte en TH. W. Adorno

  1. Sert Arnús, Jenara Mercedes De
Dirixida por:
  1. Enrique Lynch Director
  2. Gerard Vilar Director

Universidade de defensa: Universitat de Barcelona

Fecha de defensa: 28 de xaneiro de 2015

Tribunal:
  1. Antonio Marí Muñoz Presidente/a
  2. Jéssica Jaques Pi Secretario/a
  3. Salvador Rubio Marco Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 379679 DIALNET

Resumo

Esta tesis constituye un trabajo de reconstrucción de la categoría de autonomía del arte. Su carácter reconstructivo responde a la voluntad de, primero, remedar un descuido incomprensible, partiendo de la constatación de que se le ha dedicado poca atención en el ámbito de la filosofía, a pesar de que está fuertemente enraizada en la tradición, como de ello da cuenta la interpretación de Adorno y, segundo, poner en evidencia la importancia que reviste en el propio pensamiento adorniano, siendo de obligado cumplimiento dedicarle un análisis y comentario pormenorizado. En consecuencia, la importancia de esta tarea reside tanto en llamar la atención sobre una laguna cuanto en restaurar a dicha categoría el lugar destacado que se merece en el corpus filosófico de Adorno. Está dividida en dos partes, que respectivamente estudian el concepto de autonomía artística en las obras de juventud y de madurez de Adorno, con la finalidad de llevar a cabo un análisis sistemático del mencionado concepto. Dedica una atención especial a la Teoría estética, porque es en esta obra donde el autor apuesta abiertamente por la autonomía artística en tanto que piedra angular de su concepción de la teoría crítica. En efecto, la difícil relación entre teoría y praxis o, mejor dicho, el replanteamiento que entre ambas propone en su particular lectura de la teoría crítica, al instar a que la teoría se contemple como un modo de la praxis, queda reflejada en el acercamiento “dialéctico” que de la “autonomía del arte” exige Adorno. Éste consiste en apelar al “carácter doble” del arte en tanto que “autónomo” y como “fait social”, es decir, a que no se contemplen unilateralmente sino que se corrijan entre sí. Sucintamente, el arte demuestra ser tanto más un producto social cuanto más se aleja de la sociedad. La praxis que Adorno reclama bajo el concepto de autonomía es una que no esté supeditada a la consecución de unos determinados fines o resultados, sino que sea crítica consigo misma. Ello significa por encima de todo no dar por sentada la existencia de un consenso o espacio social compartido, antes bien luchar por conquistarlo. Darlo por hecho lleva consigo ser aquiescente con una sociedad que, en la medida en que no permite voces disonantes, califica de “total”. Pues bien, la construcción de ese espacio de consenso comienza por un desengañarse con respecto a que lo haya. Es en este sentido que el autor incide en que no hay praxis que valga sin consenso, es decir, que sólo se acredita efectivamente como praxis aquella que lo construye. De ahí que al alertar de la imposibilidad de la praxis actual, no pretenda sino poner en guardia de que no hay praxis sin consenso sino pura ideología. La condición “aporética” que Adorno reclama para el arte, a saber, que es tanto más arte cuanto cuestiona su propia existencia, tiene su origen en la pregunta por la “posibilidad” de la praxis. Esta pregunta no sólo no pretende debilitarla cuanto fortalecerla, en la medida en que -al igual que sucede con la Ilustración en la Dialéctica de la Ilustración-, se formula desde el autocuestionamiento de la praxis como única alternativa en una sociedad que monopoliza el sentido. Cómo el arte se cuestione a sí mismo es deliberadamente no siendo o, mejor dicho, retrasando el momento de serlo, al obligarse a postularse cada vez como tal. De este modo, más que morir no acaba nunca, certificando una y otra vez con su existencia la falta de progreso social. Más aún, únicamente jugándose cada vez su propia existencia o, lo que es lo mismo, su autonomía, se acredita a sí mismo.