La estética de la obra sinfónica de Manuel Berná García

  1. Giner Tormo, María Consuelo
Dirigida por:
  1. Alfonso García Marqués Director

Universidad de defensa: Universidad de Murcia

Fecha de defensa: 07 de junio de 2010

Tribunal:
  1. José Villalobos Domínguez Presidente/a
  2. Rafael Lafuente Avedillo Secretario/a
  3. Vicente Perelló Doménech Vocal
  4. José María Vives Ramiro Vocal
  5. Luis Álvarez Munárriz Vocal
Departamento:
  1. Filosofía

Tipo: Tesis

Resumen

Esta tesis doctoral tiene como objetivo principal el estudio de la obra sinfónica del compositor Manuel Berná García, nacido en Albatera (Alicante-España), el 22 de agosto de 1915. La obra sinfónica del compositor comprende 22 sinfonías: Sinfonía primaveral, 1951; El miserere, 1957; Suite de concierto, Apuntes de viaje, 1964; Mironianas, 1972; Suite sinfónica "Maestro Serrano", 1973; Imágenes, 1974; Tres Preludios alicantinos, 1978; Impromptu, 1982; Réquiem, 1987; A Miguel Hernández, 1989; Concierto clásico, 1991; Federación 1968-1993, 1993; Spanis motiv, 1996; Lucentum, 1997; Fin de milenio, 1999; En la tierra como en el cielo, 1999; Río abajo, 2001; Homenaje a Ginés Pérez, 2001; Ecclesiam, 2003; Tres grandes amores, 2005; Bocetos sinfónicos, 2006; Fantasía elegíaca, 2009. La tesis comienza con una exposición de la vida del autor, que indudablemente ha influido en sus composiciones, destacando las personas y valores relevantes en sus composiciones. A pesar de haber sido militar, su vida ha estado siempre vinculada a la música. Ha sido intérprete, director de bandas y orquestas, profesor, organizador de certámenes de bandas, ha intervenido en la difusión y consolidación de los encuentros de auroros, ha sido miembro de jurado en concursos de música, creador del certamen de pasodobles de Albatera, director del Conservatorio profesional de Orihuela, compositor de música ligera y de música culta. Ha querido que su vida esté siempre ligada a Albatera, acuñando los términos de "albaterear" y "albatereando", lo que él dice que ha ido haciendo por todo el mundo, dirigiendo su pasodoble Albatera siempre que le ha sido posible. En el análisis de las composiciones del maestro Bená, se subraya la importancia de su estilo propio, que se encuadra dentro de la armonía tonal alterada, que huye de la duplicación de la octava y la sustituye por otros intervalos más atractivos para él, como las sextas y séptimas alteradas. Por otra parte, la obra sinfónica de Berná asume a la perfección el impresionismo, con un gran dominio del color de la orquesta; el puntillismo, donde tienen valor las notas individualmente, fragmentando mucho las melodías; y el simbolismo, buscando la representación de la esencia del objeto que está describiendo, o la psicología del personaje. Pero, todo esto unido a una mentalidad contemporánea donde va a sumar la idea de elevar la música popular a la categoría de sinfónica, predominando, además, en su música el tono sobre el modo. Aunque tiene obras atonales, el maestro Berná prefiere moverse dentro de la tonalidad o, mejor, de la politonalidad, ya que, en la mayor parte de sus obras, superpone dos o más tonalidades y, a veces, se puede hablar, también, de una pantonalidad. En suma, Berná es un compositor estudioso y atento a las nuevas corrientes de su época, vivo ejemplo de tenacidad, que ha sabido evolucionar y aportar su estética compositiva a las futuras generaciones, dentro de la música clásica, sin necesidad de tener que recurrir a la música electrónica.